Romance de Inés Teresa (Madre Teresa de Calcuta)

Poesía de la poeta Cristina Knoll en su libro «Asumo la mañana», Ediciones Almafuerte, La Plata, Buenos Aires, 2012, pág. 129. ilustrada por el pintor Eduardo Knoll.

 

A las calles de Calcuta

se asoma un ángel que viaja.

Ayer Inés, hoy Teresa

y es Cristo quien la acompaña.

Al abrigo de los árboles

arma su escuela fantasma;

la rondan cinco pequeños

junto a las vacas sagradas.

Medita con Isaías

y comienza desde el alba

a deshacer ataduras

de la impiedad soberana.

También relee a Santiago

y dice «el salario clama

porque el campo ha dado frutos

y tiene hambre el que trabaja».

Piensa el Ángel de Calcuta

¡cuánto les dolerá el alma

a los pobres de salud,

de alimento, a los sin casa!

Consciente que el mal mayor

que el mundo padece y calla

es la falta del amor,

ella ama a los que nadie ama.

Ronda las alcantarillas

mientras pasean las vacas

y auxilia a los intocables

y les ofrece morada.

Para los pobres más pobres

son mis mejores plegarias

y siembra en villas miseria

nuevas luces de esperanza.

Sor Teresa en su poder

en su no poder lo basa

y está en su extrema humildad

la fuerza que la levanta.

El submundo del dolor

y el moridero la llaman

y toca el cuerpo de Cristo

en el leproso y sus llagas.

Se llega hasta el basural

cual torrente de montaña

y cura desposeídos

agraviados por las ratas.

La sirvienta de los pobres

cruza las calles al alba;

su alegría es contagiosa

y la llaman «madre santa».

Dicen de su santidad

«Gracia de Dios indexada»

y ella esconde su persona

de las miradas profanas.

Allá en la tierra de Gandhi

un ángel, en sari, canta

repartiendo su sonrisa

entre la gente indeseada.

Doctora en humanidades

benemérita del Asia

Premio Nóbel de la Paz,

Teresa reza y trabaja.

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